6 de septiembre de 2011
Entre el silencio y el desprecio.
La situación en el Cuerno de África supone la más grave crisis de seguridad alimentara que tiene lugar hoy en el mundo. Miles de personas han muerto desde que comenzó, tras la ausencia total de las lluvias estacionales en octubre-diciembre de 2010.
La situación se ha visto agravada por un conflicto prolongado que con el tiempo han obligado a millones de personas a huir de sus casas, abandonando tierras, ganado y otros activos productivos.
Casi 12 millones de personas se hallan en riesgo de muerte por hambruna ante la pasividad de la comunidad internacional. Las imágenes son tan duras que ha sacudido la conciencia de las Naciones Unidas, que han dado la señal de alarma: el Cuerno de África sufre y muere entre el silencio y el desprecio de Occidente.
Somalia, Yibuti, Eritrea y Etiopía conforman el llamado Cuerno de África, un espacio para la desolación y la muerte. La situación no es nueva: las guerras y la hambruna asolan estos territorios desde hace muchos años, y lo hacen sin solución de continuidad. Sólo las ONG's trabajan in situ con más voluntad que medios. Pero ahora la situación es casi de exterminio: Naciones Unidas ha calificado de “crisis alimentaria” la situación que se vive en la región
Es necesario un esfuerzo continuo para poner en marcha una respuesta inmediata, global y a gran escala, según la FAO. En Somalia existen 3,7 millones de personas en situación de crisis, de los cuales 3,2 millones necesitan ayuda de forma inmediata si se quiere salvar sus vidas (2,8 millones de personas en el sur).
La hambruna en Somalia ha provocado la muerte de decenas de miles de personas en los últimos meses, y la situación podría agravarse aún más a menos de que se actúe con urgencia. El organismo de la ONU ha pedido 120 millones de dólares para responder a la sequía en el Cuerno de África con ayuda agrícola de emergencia. En este escenario es importante no olvidar la crisis humanitaria en Sudán y en la República de Sudán del Sur, para las que la FAO había solicitado ya 37 millones de dólares.
Para que usted tenga una referencia de lo que significa esta cantidad para el mundo occidental, debemos recordar que el primer día de la Operación Odisea del Amanecer tuvo un costo que fue de más de cien millones de dólares para Estados Unidos, sólo en misiles, al margen de la inyección de mas millones para atacar objetivos de defensa aérea y para dar con las posiciones de las fuerzas terrestres a lo largo de la costa de Libia.
En total Estados Unidos disparó 192 misiles de barco Tomahawks de los 199 que fueron lanzados contra la defensa antiaérea y los puntos de control libios. Cada Tomahawks cuesta cerca de 1,5 millones de dólares, estimó el jefe militar de la OTAN, el almirante estadounidense James Stavridis, ante la Comisión de Defensa del Senado de su país, en total, un costo de cerca de 300 millones de dólares. Todd Harrison, un investigador senior del Centro para Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias, señaló que los costos de EEUU podrían “pasar fácilmente la marca de un mil millones de dólares en esta operación”. Esto es, solo el gasto de un día en la Operación Odisea del Amanecer –inicio de los ataques para derrocar a Gadafi–, hubiese bastado para responder al hambre en el Cuerno de África.
Ante el desprecio del mundo occidental, “cientos de personas mueren a diario, y si no actuamos ahora, muchas más perecerán”, advirtió el Director-General de la FAO, Jacques Diouf. “Debemos de evitar –añadió– una tragedia humanitaria de enormes proporciones”.
Kofi Annan, presidente de la Alianza por una revolución verde en África, alertó hoy que la actual crisis de la seguridad alimentaria, con cerca de mil millones de personas víctimas del hambre, podría convertirse en una catástrofe permanente, amenazando las vidas de muchos millones de personas, así como la cooperación internacional. Junto con hacer frente al problema asociado del cambio climático, Annan afirmó que alcanzar la seguridad alimentaria y nutricional mundial es “el reto de nuestro tiempo”.
"Alimentar a los hambrientos no acaba con el hambre, a menos que ayudemos a la gente a asegurarse un futuro. (Sin embargo), aprovechando el poder de las instituciones y asociaciones regionales, los organismos nacionales, la voluntad política y el compromiso internacional, podemos romper este círculo vicioso creando resiliencia en los hogares, protegiendo los activos productivos y poniendo en marcha medidas para evitar una crisis similar cuando las lluvias -de forma inevitable- vuelvan a fallar en el futuro".
Al pronunciar la 27 “Disertación en memoria de McDougall” sobre seguridad alimentaria, el ex Secretario General de la ONU y premio Nobel de la Paz, aseguró que “si los países no pueden asociarse con éxito para garantizar la seguridad alimentaria -la más básica de las necesidades humanas- nuestras esperanzas de una mayor cooperación internacional parecen condenadas al fracaso”.
En su Mensaje Cuaresmal, preparado por el Pontificio Consejo “Cor Unum”, Juan Pablo II se hizo portavoz de aquellos carentes del mínimo vital: “La muchedumbre de hambrientos, constituida por niños, mujeres, ancianos, emigrantes, prófugos y desocupados eleva hacia nosotros su grito de dolor. Nos imploran, esperando ser escuchados”.
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