30 de agosto de 2011
Uniformes Escolares
No dudo que el gobernador Ángel Aguirre sea un hombre bien intencionado, pero sólo con esa prenda no garantiza un buen gobierno.
Si bien no era novedoso, llamó la atención uno de sus compromisos de campaña: uniformes escolares gratuitos para estudiantes del nivel básico. Me alentó, sobre todo por su formación profesional. Aguirre Rivero es egresado de la Facultad de Economía de la UNAM donde fue adjunto de mi compañero de generación, Joaquín Vela, viejo militante del Partido del Trabajo, cuya área de investigación, por muchos años, precisamente ha sido La Intervención del Estado en la Economía.
A diferencia de otros que le criticaron por demagógico, creo que este programa hacía falta en Guerrero, porque sería, desde una perspectiva democrática, detonante para el desarrollo regional, generación de empleos, plazas ligadas a la productividad y estímulo para nuevas inversiones en la producción, confección y distribución de prendas, no solo para la escuela, también para el deporte y los trabajadores de la salud; de ahí mi simpatía profesional. Pero la realidad fue otra, las buenas intenciones se convirtieron en acciones de gobierno que van en contra de lo que debería ser una política de empleo y desarrollo. El desarrollo con justicia tiene que ver con el mercado interno y la acumulación de capital, por lo que el Programa de Uniformes Escolares va (o debiera ir) de la mano con la transformación económica y social.
“Incumpliendo su compromiso con que la mano de obra sería guerrerense, fueron dos empresas textileras que operan en el Estado de México y el Distrito Federal las que confeccionaron los 508 mil 630 coordinados escolares”, señala la prensa, cuya inversión fue de unos 80 millones de pesos. El gobierno estatal también adquirió paquetes de útiles escolares, con una inversión total, precisó Regina Kuri Salas, encargada de los programas sociales Guerrero Cumple, es de unos 90 millones de pesos. Calificó el hecho de “histórico”, tanto que “abría de ser el parteaguas del antes y el después en Guerrero”; y aclaró que “la razón por la que no encargó los uniformes a empresas locales, en principio, fue porque no reunían los estándares de calidad de las telas, y segundo, por la falta de tiempo”.
“La licitación fue abierta, agrega la funcionaria, porque no había empresas guerrerenses que tuvieran la capacidad para confeccionar en tres meses los más de 500 mil coordinados escolares.
“Cumplimos con la distribución de uniformes y útiles escolares. Ahora, a prepararnos para producirlos y comprarlos en Guerrero en el próximo ciclo escolar”, subraya un asesor “en otra época el señor Tlacaélel” del Ejecutivo del estado.
Así, en una licitación que no se tiene registro, decenas de millones de pesos, “por falta de tiempo”, fueron a parar a empresarios del Distrito Federal y del Estado de México.
“Armar un programa de carácter social, productivo y económico, que genere oportunidades de empleo para atender a los miles de guerrerenses que viven en la pobreza”, como bien lo señala el gobernador, no admite improvisaciones. Si bien es cierto que carecemos de maquiladoras capaces de producir esta demanda (en calidad y cantidad), no justifica la compra en otras entidades. Eso es lo más fácil, pero lo más próximo a la irresponsabilidad. ¿No era más sensato, en una primera etapa, para proteger nuestro mercado interno, trabajar en estrategias como el convocar a los comerciantes del Estado que se dedican a la venta de uniformes y artículos escolares, interesados en participar en el programa, a registrarse en un padrón y a través de vales del gobierno hacer su entrega a los padres de familia? ¿Había necesidad de poner en riesgo la inversión y los empleos de esas empresas, que por muchos años le han apostado a Guerrero? Mi opinión no es nueva, ya es un modelo exitoso en muchos estados del país. No era necesario golpear nuestra incipiente planta productiva y comercial, sobre todo en la crisis que vivimos, donde lo más importante es preservar el empleo, sin cualificarlo, sea temporal o definitivo.
¿Que no tenemos la infraestructura adecuada?. Es cierto, pero para eso es la intervención del Estado.
Si el roble tarda años en crecer, más vale abrir el surco ahora para sembrarlo, para no tener que esperar aun más. Si el cambio en Guerrero va a requerir de muchos años de esfuerzo y trabajo, más vale tomar medidas inteligentes ahora. Por formación y convicción Aguirre le recuerda al secretario Blake Mora: “No olviden que Guerrero es una entidad de profundos contrastes y en donde tenemos regiones como la montaña donde la gente se está muriendo de hambre” y en una teoría del desarrollo aprendida en su carrera profesional, (sustitución de importaciones. Fernando Fajnzilber, et al) que favoreció el optimismo y la confianza de su campaña, ha insistido “lo que Guerrero produce y consume debe ser de y para los guerrerenses”. Posición que retoma reivindicaciones muy justas. ¿Pero porque no empezó éste programa con esa premisa?. ¿Por qué el programa no lo asumió la Secretaría de Desarrollo Económico como era lógico?
El discurso del hambre y la pobreza debe ir aparejado con la dignidad, la entereza, pero sobre todo con el sentido común. Demasiados años hemos dedicado a adjudicarle nuestro atraso a los demás.
Imputar responsabilidades a otros sólo ha servido para la exculpación propia.
De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
Con afecto a mi amigo.
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