19 de noviembre de 2013

Representación en Espejo



Hace varios años que el congreso mexicano aprobó la ley que obliga a los partidos a incluir un porcentaje específico de mujeres en sus listas de candidatos. Se estableció un sistema de cuotas en México sin un debate a fondo. La medida fue vista por sus artífices como una forma progresista de impulsar la igualdad de género y mejorar la representatividad de las mujeres en los órganos de gobierno.

En las democracias consolidadas el tema de las cuotas es otro. Aun en Estados Unidos, donde se inventó la política de la "acción afirmativa", las cuotas de género no han sido establecidas en el Congreso. ¿¡Por qué? Los mexicanos podríamos aducir que somos la vanguardia en reformas de género. Lo más cierto es que no tenemos certeza en lo que estamos haciendo. La política de la acción afirmativa fue inicialmente pensada como un sistema de discriminación positiva. Se buscaba proveer a grupos minoritarios, tradicionalmente discriminados, igualdad de oportunidades, particularmente en los ámbitos laboral y educativo. Así, las universidades establecieron cuotas mínimas de estudiantes en ciertos grupos, negros, chicanos, etc.

La acción afirmativa fue concebida, originalmente, como un recurso temporal. Existiría el tiempo suficiente para colocar a los miembros de esos grupos en igualdad de condiciones.

Pero la acción afirmativa no se extendió al campo de la política. Ahí, la revolución de los derechos civiles de los sesenta llevó las cosas en dirección muy diferente. El objetivo de Martin Luther King y otros activistas era lograr la efectiva igualdad política y civil entre blancos y negros. Su ideal era una sociedad "ciega al color". Se trataba de remover los obstáculos a este fin.

A primera vista, las cuotas establecidas en México tienen como referente las políticas de acción afirmativa. Pero este referente es equivocado. La discriminación positiva tiene como objetivo a grupos minoritarios en la sociedad. Se pueden decir muchas cosas de las mujeres, pero no que sean una minoría: componen poco más de la mitad de la sociedad mexicana. Por esa razón no es posible seguir la lógica de medidas como la acción afirmativa.

En realidad la idea de las cuotas tiene un origen más antiguo. En el siglo XVIII, cuando nació el gobierno representativo, algunos pensaban que el Parlamento debía ser un modelo a escala de la sociedad. Esta se conoce como la teoría de la representación en "espejo", pues el cuerpo representativo debía reflejar fielmente las características del electorado. Las proporciones debían ser guardadas en el Congreso. Vital a esa visión era la noción de que solo personas de un grupo o clase determinada podían
representar efectivamente a los miembros de esos grupos. Solo un zapatero podía representar al gremio de los zapateros. Lo que garantizaba que representarían adecuadamente era la semejanza entre ellos y sus electores. A esta concepción de la representación se le opuso otra muy diferente, que a la postre acabó por imponerse. Se trataba de la representación funcional. Un diputado no tenía que ser idéntico, o muy semejante a sus electores para representar sus intereses de manera eficaz. No era la semejanza la que garantizaba la representación efectiva, sino la comunidad de intereses.

Los legisladores mexicanos que establecieron las cuotas obligatorias siguieron, sin mucha conciencia de ello, una tendencia actual que busca revivir la teoría de la representación en espejo. Reeditan así una vieja creencia antiliberal y con ello creen favorecer una agenda "de género".

La equidad demanda no un mismo número de asientos asegurados, por decreto, sino igualdad de oportunidad y derecho para acceder a ellos. Requiere que las mujeres tengan las mismas condiciones objetivas que les permitan competir por ellos si así lo desean.

Nada debe impedir que las mujeres participen en términos de igualdad en la política. Sin embargo, no es posible facturar artificialmente el interés. El esfuerzo debe estar encaminado a lograr las bases sociales de una verdadera igualdad. Y esto solo es posible en una verdadera transformación educativa, pertinente y de calidad. Las cuotas solo son una forma ingenua y torpe de tapar el sol con un dedo.


aresza2@hotmail.com

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