15 de mayo de 2014

Cansancio y degradación


La política sufre un plus de cansancio y degradación, que sumadas a la incompetencia y frivolidad con que se atienden los asuntos públicos, explica la situación dramática en la que viven los guerrerenses.

“Para mí, esa prosa de la izquierda, es aburridísima”, dijo Eduardo Galeano, autor de las Venas Abiertas de América Latina, en una visita a Brasil el mes pasado, donde participó en la Segunda Bienal del Libro en Brasilia.

Para impulsar políticas sociales universales, ya no es necesario adherirse a una ideología particular, a un sistema social ni a un tipo definido de organización partidaria. No es indispensable la membrecía o disfrutar de un carnet VIP, para ser mujer u hombre de izquierda. El izquierdismo es hoy un compromiso que permite o exige asociación con personas de convicciones similares, aún en la diversidad.

No hay garantía alguna de que el futuro previsible presencie históricos triunfos de la izquierda;; hablo de la izquierda congruente con los principios y la lucha histórica del pueblo de México, no de los traficantes de ideologías u oposiciones de moda. No hay, tampoco, certeza de que se cumplan los presagios apocalípticos del fin de los modelos neoliberales en corto tiempo;; pero estoy totalmente seguro de que seguirán naciendo las mujeres y hombres dispuestos al sacrificio de la propia vida en defensa de los más altos principios: La libertad, la igualdad, la solidaridad, los derechos humanos y civiles, la justicia y la verdad.


La izquierda sistémica ha optado por negar los principios sobre los cuales soportaron su existencia y nos hicieron a muchos -incluido quien escribe– soñar, creer y votar por sus programas, llenos de pluralismo, tolerancia e igualdad.

Son realidades distintas, mundos distintos, me dirán. Entonces, volvamos por América Latina, en la que los líderes de la izquierda, como Nicaragua, en la que viejos dirigentes del sandinismo se impusieron y transformaron en traficantes de ideologías con la que alimentan cientos de seguidores.
Ciudadanos que son malos si reciben subsidios de la “derecha neoliberal y asesina”, pero buenos si llenan las plazas en las que escupen sus discursos de guerra, porque en esas guerras esconden sus incapacidades administrativas, su populismo y también su corrupción.

Militar en alguna célula de izquierda, ayer era un riesgo personal y familiar;; las organizaciones de izquierda de hoy, “radicalmente reformistas” (así se autodefinen) son FRANQUICIAS RENTABLES, en donde drenan recursos públicos a cuentas privadas. Atrás quedó el discurso de la transformación de México;; sus voces e intereses tienen representación en los Congresos.

Hablar contra la injusticia sólo tiene sentido si quien lo hace practica tales principios en su vida diaria. No es el caso de la izquierda empoderada en los cargos públicos.

La alternativa es la movilización y el fortalecimiento de la sociedad civil con un intenso trabajo a nivel de base, que genere nuevos canales y abra nuevas grietas en la estructura del sistema dominante.

En estas circunstancias, cuando las ideologías revolucionarias parecen impotentes y la diversidad en el pensamiento y en la acción comienzan a abrirse paso, en mi opinión, lo más factible y convocante es un llamado a generar nuevas utopías.

Acaso una frontera definitoria del izquierdismo en el siglo XXI será la decisión de resistir las tendencias destructivas generadas por el capitalismo tardío y la cooptación.

El desafío de la izquierda en este siglo, consiste en saber enfrentar problemas sociales, culturales y políticos en condiciones impredeciblemente cambiantes. Urge redefinir el concepto de “izquierda” para liberarlo de visiones dogmáticas, sectarias y oportunistas enterradas por la historia.

Si ayer “ser de izquierda” era cuestionar el dominio de los poderosos;; en un mundo en que las certezas se derrumban, “ser de izquierda” significa cuestionarlo todo, incluidas las propias convicciones, las propias obsesiones, las religiones políticas dominantes.

aresza2@hotmail.com

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