9 de octubre de 2014

Los días contados


"Siempre recuerda esto, Marcelino: Cumple tus órdenes, para que nadie tenga que cumplirlas en ti..."

Mi colaboración lleva el título de una de las novelas de Luis Spota. La idea central de su narrativa, es que el poder corrompe. Pero el autor no pretende elaborar juicios morales, por ello uno de sus libros inicia con un epígrafe de Maurice Joly: "¿Tiene la política acaso algo que ver con la moral?" Y procede a demostrarnos la validez de este principio, que involucra al lector en un juego de identificaciones.

"En un país en donde la información política es limitada, o la más de las veces intraducible y ESOTÉRICA, sus obras ofrecen un sustituto de explicación", advierte Soledad Loaeza.

Y no es que la obra sea una apología irrestricta del sistema que describe, sólo pone al alcance del lector, la cultura política mexicana.

Autodidacta, Luis Mario Cayetano Spota Saavedra Ruotti Castañares, fue hijo de un inmigrante italiano. Su nana, de origen otomí, le narraba historias y leyendas.

Periodista, colaboró en Novedades, en donde escribió la columna 24 horas.

Escritor prolífico y exitoso, cuya obra se caracteriza por abordar, en lenguaje y con pocos matices, la vida urbana en México, su sociedad y, sobre todo, su clase política: "Murieron a mitad del río"aborda el tema de la migración de los braceros mexicanos a Estados Unidos;; "Las grandes aguas", la construcción de una enorme presa;; "Casi el paraíso", las peripecias de un estafador italiano, Ugo Conti, que se hace pasar por noble entre políticos, empresarios y familias de abolengo en México. "La plaza" se ocupa del movimiento estudiantil de1968;; "Palabras mayores", de la manipulación que el presidente en turno ejercía sobre sus subalternos para elegir entre ellos al candidato del partido oficial que se convertiría en su sucesor y "El primer día", los estragos que produce en el ex presidente la pérdida del poder al término de su mandato.


Las novelas políticas de Spota gozaron de grandes tirajes gracias a su actualidad y fidelidad en el retrato del poder que, a la fecha, les concede gran valor para aquellos interesados en conocer de cerca los intríngulis de la clase política. Son un recetario del quehacer político: "En política no hay lealtades, sino intereses".

El protagonista principal de "Los días contados", es el anciano general Marcelino Ku Larriva -personaje constante en la serie "La costumbre del poder", sus intentos por acercarse a los detentadores del poder, en especial al presidente. "A pesar de su fama se codeó con rameras y con poetas, y hasta con gente peor....", retoma Spota a Jorge Luis Borges.

Este siniestro personaje vuelve a ser incluido en "Los días contados", pero ahora como el protagonista de esta novela. A lo largo de sus páginas conocemos su vida, empezando por su infancia como miembro de una desaparecida tribu indígena;; su etapa adolescente cuando se enrola al Ejército, y su madurez, cuando después de dejar no pocos cadáveres tras sí logra la gubernatura de su estado natal.

En un formato de diálogos el autor (a través de Jacinto Olmedo, diestro periodista) recoge la narrativa política, la formación y conducta de sus actores, patéticos y pintorescos:

-¿Hermanos, tuvo usted, general?

-Ninguno, a Dios gracias. Tampoco parientes.

-¿Por qué a Dios gracias?

-Fíjate en el desprestigio que te dan los hermanos y los parientes nomás subes un poquito en la política.

-¿Qué destino tuvo, al fin, la suma que el partido le dio para su campaña?

Con buena carga de cinismo y desvergüenza, contesta:

-Compré con ella veinte vacas lecheras y así puse a marchar mi negocio de establos.... Gracias a esos animalitos, pude dar empleo a varios ordeñadores y empecé, con hechos y no sólo con palabras, como la mayoría de los políticos, a cumplir lo que había estado prometiéndole a la gente: crear trabajo para todos...

-¿Cuándo se está fuera de la política, don Marcelino?

-Según yo lo veo, Jacinto, uno está definitivamente fuera de la política cuando no está dispuesto a seguir aplaudiendo las pendejadas de sus jefes;; ni justificando sus errores, sus raterías o sus atropellos;; ni soportando como si no te importaran, sus groserías, sus humillaciones... El día que uno descubre que ya no aguanta nada de eso, uno ha perdido la afición a la política.

En las primeras páginas, Spota nos advierte el final del general Ku. -Pues, ¿qué le pasó, mi general? –preguntó Olmedo como si no lo supiera, sonriéndole.

-Una desgracia, Jacinto;; una de esas pendejadas que suceden...

-Hombre tan de a caballo como ha sido usted siempre, ¡y caerse...!

-No me caí, Jacinto, no me caí.- Su voz de protesta se hizo aguda, temblorosa: Unos cabrones me tumbaron...

Le pareció a Olmedo, mirándolo inservible en la alta cama, que en ese momento el general Ku era la imagen de la desgracia.

aresza2@hotmail.com

Leer el artículo en Novedades de Acapulco

No hay comentarios.:

Publicar un comentario