25 de septiembre de 2014

Origen y razón de ser de la universidad


La Universidad Nacional Autónoma de México es heredera de la Real y Pontificia Universidad de México, fundada en 1551 por Cédula Real, organizada a la manera de la Universidad de Salamanca, formada por cuatro facultades “mayores”: Teología, Cánones, Leyes y Medicina, una “menor”, Artes y cátedras varias.

Esta institución fue la primera en establecer cátedras en el continente americano. En ella se formaron los doctores que conformarían el claustro universitario, así como los profesionales del periodo virreinal. Durante el primer siglo de vida independiente de México, la Universidad es clausurada y reabierta en diversas ocasiones y se fundan nuevos colegios o establecimientos de educación en sus diferentes tipos y modalidades, hasta su reorganización definitiva en 1910.

Ahondar en las tareas sustantivas de la Universidad, es encontrar los orígenes de una identidad, como de los valores fundamentales que por décadas ha defendido el universitario, valores que aún hoy rigen a la reconocida “máxima casa de estudios”.

Si hay algún personaje al que se debería dar crédito en la construcción de tan emblemática institución es, sin duda, Justo Sierra Méndez, profesor por décadas de la Escuela Nacional Preparatoria y secretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes durante el último período presidencial del general Porfirio Díaz.

Desde la iniciativa de creación de la Universidad Nacional de México, el 26 de abril de 1910, Justo Sierra definió los ejes bajo los cuales se organizaría ésta, explicando las razones que obligaban a su fundación a los diputados. La fórmula que les presentó eran simples: Distinguir la esfera del quehacer científico y el campo de la acción política, que se vio reflejado en la Ley Constitutiva de Universidad, expedida el 26 de mayo de 1910.

Los esfuerzos discursivos de Justo Sierra se encaminaban a deslindar el nuevo proyecto universitario del interior, al mismo tiempo que buscaba, en la experiencia pasada, un punto común de origen, tal vez, de la consecución de una obra: La educativa.

Hace 114 años, el 22 de septiembre de 1910, en “solemne ceremonia” encabezada por el presidente de la República, general Porfirio Díaz, se inauguró la Universidad de México, como colofón de las fiestas del centenario de la Independencia de México.

En julio de 1929, la Universidad obtiene su estatuto de autonomía, y queda establecida como Universidad Nacional Autónoma de México.

La Universidad es por definición una comunidad. Es una comunidad sui generis, por la naturaleza de sus asociados: Profesores, investigadores, estudiantes, autoridades académicas y personal administrativo. No es una asociación política. Es una comunidad del saber, como es la UNAM.

Cuando se llega al punto de considerar a la Universidad una comunidad política que nuclea a las diversas corrientes de poder interna, el asunto se pervierte en sus mismos términos. Entrados en ese plano, la cuestión de la democracia, por ejemplo, nos deshace toda la gama de proyectos educativos, científicos y tecnológicos para llevar a cabo la labor fundamental de la universidad.

Que la política no debe entrar en la universidad o que no se da en ella, es una estupidez del tamaño de mundo. La política está en todos lados, por acción u omisión de los universitarios. Pero ese es otro asunto totalmente diferente. El problema es que la política no debe entrar ni debemos permitir que lo haga en las estructuras mismas de nuestra Casa de Estudios;; como reparto de cuotas a corrientes internas, en proporción directa a su fuerza política, en las diversas unidades académicas, porque entonces cambia radicalmente la naturaleza de ésta e inclusive los fines para los cuales fue instituida.

La universidad, como centro del conocimiento, debe distinguirse por sus fines, en eso creo que no debe haber ninguna objeción.

Nuestra Casa de Estudios no es un ágora griega y sus órganos colegiados no son ni pueden ser de representación política. La Universidad de Guerrero debiera ser ante todo y en todo, una institución académica. Ese es su verdadero sustento y su razón de ser. Ver a la universidad como una y macshop unidad política, en donde las tareas académicas y estructuras de gobierno sean parcelas de poder ajenas al conocimiento, para lograr la “gobernabilidad”, es contraproducente. Esta práctica sólo conduce a su desequilibrio moral. Es no tener idea de lo que es el mundo universitario y como debemos actuar en él. Es no saber qué es la universidad.

Celebremos el hecho de que la UNAM, preservando los principios que le dieron origen, sea una de las instituciones de mayor reconocimiento mundial.

aresza2@hotmail.com

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