La dislocación principal reside en que en Guerrero, partidos y candidatos, están viviendo de ideas viejas en un mundo nuevo.
De aquí nacen las tragedias. No se dan cuenta que el motor ha dejado de funcionar. Las prácticas políticas siguen operando torcidamente, desperdiciando imperdonablemente la oportunidad que representa el proceso electoral que nos ocupa. ¿Hace cuánto tiempo dejó de ser una fiesta cívica, para convertirse en un juego de serpientes y escaleras?
Todo esto no es un reproche y muchísimo menos se pretende sugerir remedios caseros, sino la invitación a despertar o salir de la modorra que provocan las campañas (dan güeva, dicen los jóvenes).
Escudriñar las causas posibles de la insatisfacción social, es por supuesto, una gran tarea que nos compete a todos. No basta la alternancia, de ello tenemos sobradas pruebas, para corregir el rumbo. No hace mucho se creyó que era el objetivo, pero ahora sólo unos cuantos empecinados se niegan a reconocer la ruina estrepitosa de semejante ilusión. Así, nos hemos venido agarrando a uno y otro clavo ardiendo, sólo para descubrir que ninguno de ellos fue el camino para sacar a este estado de la pobreza y la inequidad social. Antes al contrario, me corrigen.
Poco se han esforzado los partidos para leer correctamente la situación política y social de Guerrero, sus declaraciones se resumen en “apoyar” el movimiento de los padres de familia cuya demanda principal es el encontrar a sus hijos con vida, tratando de escapar del juicio legal y moral de los acontecimientos de Iguala el pasado 26 de septiembre, que parece ya no importunarles el sueño. “Voten y después conocerán lo que realmente ocurrió”, veladamente proclaman. No falta un candidato que anuncie que de llegar a la gubernatura va a promover una Comisión de la Verdad. Haber si no se le ocurre que la va a encabezar Ernesto Sábato, al grito de “Nunca más”. Casi decirles, contengan la respiración hasta el próximo día de muertos.
Gravísimo error disimular el fondo del problema que ocupa a la opinión pública nacional e internacional, pero mayor error de los partidos políticos es el ofertar a los mismos personajes que crearon las condiciones para tan aberrante crimen. Los diputados de entonces, hoy son candidatos a presidentes municipales, legisladores federales o gobernador; los alcaldes nadan a contracorriente para salir airosos del río de la elección para ser diputados o gobernadores. No entienden que el problema central no es el ex alcalde de Iguala o “Guerreros Unidos”, no, es la omisión, la ausencia de justicia y la nula transparencia con la manejan los asuntos internos de los partidos, que debieran ser públicos, no franquicias particulares, porque son financiados con dinero del contribuyente. La opacidad con que se manejan es terreno fértil para muchos Abarca. Con dinero de usted, amable lector, hacen campaña los candidatos y se hacen millonarios una vez que llegan al gobierno municipal o estatal o al Congreso. Por eso es comprensible el llamado a no votar de los padres de familia.
Otro error, es que las demandas de la movilización magisterial, estudiantil y de padres de familia, reciban el calificativo de “políticas”, con un sentido desdeñoso y condenatorio, tratando con ello de envilecer la naturaleza del reclamo. Yo estoy firmemente persuadido de que el origen sentimental y legal de las peticiones es justificado y saludable.
Quien tenga ojos verá que Guerrero ha dejado de ser una tierra de justicia y de oportunidades; es ya, una sociedad cerrada, que sólo beneficia a un puñado de hombres y familias cuyos antecedentes, en el mejor de los casos, son dudosos, y en el peor, perfectamente condenables.
En una sociedad cuya vida debe descansar en la razón y la justicia, el despliegue y los gastos de campaña resulta injustificable e innecesario, cuando carecemos de hospitales equipados o medicamentos.
Pero a los partidos y sus candidatos esto no les interesa; en este país no importa el número de sufragios emitidos y el porcentaje de la participación ciudadana, basta y sobra alcanzar la mayoría simple, por eso la solución a los padres de familia que demandan la aparición con vida de sus hijos y el abstencionismo, les tiene sin cuidado. Esto explica el desaseo para procesar las candidaturas. No entienden que la elección debe pasar necesariamente por la justicia y la reconciliación. Los partidos han mostrado que tienen poca inteligencia y ninguna generosidad. La predeterminación de la confrontación y la zozobra sin cuento es consecuencia de ello.
El llamamiento a olvidar lo ocurrido, darle la vuelta a la página, es un riesgo peor para la convivencia social. El olvidar carece de discernimiento y modales comedidos. El acompañamiento es insuficiente. La vida pública de Guerrero depende de una explicación satisfactoria a los familiares de las víctimas. El siguiente acto de la tragedia, puede ser el día de la elección. ¿Saldrá Guerrero con bien de tan dura prueba?
Hasta ahora no encontramos señales que funden con firmeza esa posibilidad. La descomposición de la política sigue agravándose, hasta hacerse peligrosa, porque nadie puede negar que Guerrero y el país han entrado en una crisis difícil de superar, sobre todo, con las mismas recetas; es necesario escribir una lista de posibles medidas para desandar el camino torcido que ha tomado la clase política.
Correo: aresza2@hotmail.com
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