"El fin del mundo no es el fin del mundo".
Inicio esta colaboración con la cita, advertencia y oportunas interrogantes de don Enrique González Pedrero en su libro “La Cuerda Tensa”, que hoy son más pertinentes que ayer (2006).
¿Es acaso política lo que suele hacerse en México bajo esta denominación? ¿Se parece nuestra “clase política” a lo que Gaetano Mosca describió bajo ese nombre? ¿Ha contribuido al evidente deterioro de las instituciones una inexplicable confianza en que las cosas acabarán por arreglarse si, en vez de poner manos a la obra, dejamos que el tiempo decida? ¿Se ha agravado la situación por la carencia de oficio de quienes conducen la cosa pública?
Caracteriza al libro citado la contradicción entre el anhelo a la democracia y su frustración constante, en un ir y venir entre la esperanza y la realidad.
En los últimos meses la sociedad mexicana ha asistido estupefacta a la puesta en escena de múltiples muestras de actos de corrupción, de conflictos de interés, de impunidad, patrimonialismo, crímenes de Estado y en el mejor de los casos de actos políticamente incorrectos. A primera vista parece cinismo, pero cada vez creo que lo que sucede es peor.
Guerrero vive una situación tensa, cargada de preocupantes presagios y un rosario de crisis combinadas.
Pese ello, en medio de los peores augurios, “la clase política” pretende restablecer, intacta, inamovible, la farsa electoral en turno, que suele ser fuente de gastos incalculables. Pueblo pobre, elecciones ricas. Finanzas públicas pobres, financiamiento y prerrogativas amplias a partidos ricos. Siete millones de emisiones llamarán a votar y “a decidir el México que se desea”, con dinero del
contribuyente.
Este territorio de ficción ha sido alcanzado por el caso Iguala, que sigue irresuelto, porque el gobierno apuesta al olvido y al desgaste de la movilización popular.
Familiares de los normalistas desaparecidos y organizaciones sociales han llamado a impedir las elecciones de junio próximo en su exigencia de justicia y como una de las maneras para romper la reproducción de la clase política parasitaria. “Los planes electorales se van atorando”, “es muy probable que tengamos que reajustar el calendario y eventualmente redimensionar los objetivos de la organización de la elección con vistas a la situación de excepcionalidad que se está viviendo en algunas partes del estado”, reconoce el presidente del Instituto Nacional Electoral.
La elección –para otros- “es nuestra oportunidad para mandar un mensaje claro respecto de nuestra aceptación o rechazo a la forma en que se ha desarrollado la vida pública durante los últimos tiempos… Además, permitirá que dirimamos nuestras diferencias de opinión en el marco de la ley y de manera pacífica”, argumentan columnistas.
La declaración del senador Armando Rios Piter, al declinar en su participación como aspirante a la gubernatura de Guerrero, desnuda a “la ley y la manera pacífica de dirimir diferencias”. Su lectura revela la corrupción y la complicidad que prevalece en los partidos políticos. “Para procesar el apoyo a mi candidatura era necesario hacer un acuerdo con varios actores políticos entre ellos, el ex
gobernador Ángel Aguirre Rivero”, dijo.
“El crimen cometido contra los normalistas, no sólo fue responsabilidad del gobierno municipal que lo ordenó sino del gobierno estatal de Aguirre que lo toleró”. ¿Qué más negociaron “Los Chuchos” y el propio Aguirre Rivero con el gobierno federal que éste no le ha tocado un pelo?
Este testimonio reafirma la razón que les asiste a los familiares de los jóvenes desaparecidos. Ningún sentido tiene una elección con candidatos impresentables, cómplices o coautores de la descomposición en Guerrero.
El desaseo y la complicidad de aspirantes a los cargos de elección popular hacen inviable la verdadera democracia. Una democracia que no garantiza la seguridad y los derechos ciudadanos, no es democracia. En México y de manera particular en Guerrero, el pueblo vota pero no elige. Los ciudadanos no tenemos más opciones que el menú de candidatos que los partidos nos presentan, que antes son “procesados” por los poderes fácticos, por lo que estamos representados por grupos de poder y de cúpulas de partidos.
Esa es la tragedia de la democracia mexicana. ¿A quién le interesan las elecciones? Sólo a los políticos. Que no nos asusten con la anarquía si no hay elecciones, cuando ya vivimos en el infierno. Para cambiar el mundo es necesario cambiar la manera de hacer el mundo.
Los días pasan y la verdad de la tragedia no llega. “Creo que, junto con el buen Rousseau de mi juventud, debo sacar de la biblioteca, para tenerlos a la mano ‘por si las dudas’, a Maquiavelo y a Thomas Hobbes, y tomar de ellos, día con día, cucharadas de realismo” (EGP).
Lo que ha ocurrido en Guerrero parece no tener nombre, pero sí lo tiene: Los latinos lo hubieran calificado como “parto de los montes”. ¡Tantos esfuerzos (y millonarios gastos en elecciones) para que la montaña siga pariendo ratones!
aresza2@hotmail.com
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