29 de agosto de 2010

La Ruptura



La historia de los partidos políticos es también el recuento de sus escisiones. “La forma en que el Presidente de la Madrid impuso a su candidato, le permitió asegurar la continuidad de un grupo en el poder, pero dañó severamente al PRI en tanto que una organización plural”, escribe Luis Javier Garrido en La Ruptura, p. 171. Las causas y efectos de aquella escisión permanecen vivos en el debate y en el interés de los estudiosos de la ciencia política.

En el caso Guerrero, el acuerdo de los poderes fácticos del PRI en Guerrero “Todos Unidos Contra Aguirre”, llevaron a Ángel Aguirre Rivero al desacuerdo, al enfrentamiento, a la ruptura y finalmente a la candidatura de la coalición Guerrero nos une (PRD-PC y PT). Formado en la institucionalidad, deja bien claro que Zeferino Torreblanca Galindo es el jefe político de Guerrero.

“Yo hice gobernador a Ángel Aguirre” declaró ayer Rubén Figueroa Alcocer. En un estado con relaciones sociales y políticas premodernas esta verdad no debe sorprender, donde el compadrazgo, los lazos de amistad y el caciquismo no chocan con el discurso democrático y del “cambio”; al contrario, adquieren una importancia creciente en la conformación de las estructuras políticas al reproducir verdaderas redes de poder. “Ellos toman decisiones, imponen representantes políticos y ayudan a mantener las actuales formas de explotación, aún en contra de la modernización del aparato económico y del sistema político por el que pugnan algunos sectores”. (Caciquismo y poder político en el México rural). 

Je n’ai pas tout die.

 En esa realidad y de un PRD regional fracturado, y la estrategia pragmática del Dia (Diálogo para la Reconstrucción de México, PRD-PC-PT), Aguirre fue la salida natural para postular un candidato con innegables posibilidades de triunfo. Pero en política hay causalidades, no casualidades.

AAR incursiona en la política bajo la guía de don Alejandro Cervantes Delgado, quien no sólo sustituyó en la gubernatura a Rubén Figueroa Figueroa, sino hizo de su práctica política la búsqueda de un Guerrero de reconciliación y sin violencia. Con el lema Unidos por Guerrero, busca un reencuentro con la izquierda, muchos de ellos profesores normalistas como él, como Othón Salazar Ramírez, candidato del PCM, quien escribió: “ACD siempre fue bastante accesible, serio, pero accesible”. “Él fue siempre muy amable con nosotros”, recuerda don Pablo Sandoval Cruz. “Con el gobierno de Cervantes Delgado tuvimos un trato recíprocamente respetuoso”, asegura el ex rector Enrique González Ruíz. “Un punto a su favor fue la amnistía que permitió que luchadores sociales como Pablo Sandoval Ramírez pudieran regresar a Guerrero”, le reconoce su hermano Cuauhtémoc. En esa amnistía fue liberado Octaviano Santiago, Juan García Costilla y Aquilino Lorenzo Ávila El Llanta, éste militante de Vanguardia Armada Revolucionaria (VAR). Sobre ese Guerrero bronco, ACD, describe: “Cuando el agobio es mucho y no hay más salida que el reclamo, no solemos ser gente comedida, y esto es apenas natural cuando se lucha en una geografía como ésta, cuando se trata de poner a mano el saldo de la historia, no puede ser de otro modo”.

En esos años AAR, en su condición de Secretario Particular y posteriormente de Gobierno (1981-1987) se relaciona con viejos y nuevos dirigentes de izquierda como el extinto Armando Chavarría Barrera –con quien tuvo lazos de compadrazgo– a quien designó –ya como gobernador interino (1996-1999)– delegado de INEA, quien posteriormente fue candidato (externo) y diputado federal del PRD; Heriberto Noriega Cantú, secretario de Desarrollo Social; Aurelio Peñaloza, subprocurador; Benjamín Sandoval Melo, subsecretario de Turismo, entonces regidor y expresidente del Frente Cívico de Acapulco, colaboraron con su gobierno. Estrecha amistad cultivó con el actual dirigente nacional de Convergencia, Luis Walton Aburto, hombre de los afectos de don Alejandro y gratitud recíproca. “Estos vínculos adquieren una importancia creciente en las estructuras políticas. Entender estos lazos en las carreras individuales, llenan muchas lagunas que todavía se encuentran en nuestro conocimiento de la política mexicana en su conjunto”, señala Roderic Camp.

 “De ahí que los conflictos sociales y políticos muchas veces tomen la forma de lucha entre facciones y no de la lucha entre las clases cuyos intereses son antagónicos”, escribe Luisa Paré.

 La política guerrerense presenta caracteres específicos de formaciones sociales atrasadas. Esta es nuestra realidad. “Vivimos un régimen a medio camino entre el autoritarismo y la democracia, un animal político que concita todo tipo de perplejidades y las más variadas definiciones, de ahí que el discurso dominante sobre la transición haya terminado por convertirse en una suerte de evangelio, un dogma de fe confeccionado por los profetas de la democracia a la medida de sus ambiciones personales”. (Cesar Cansino). 

Leer artículo en La Jornada Guerrero

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