Acapulco, la Joya de la Corona, vive el periodo más doloroso de su historia, golpeado de gravedad en el pulmón de la zona económica con mayor desarrollo e inversión, por el paso devastador de los huracanes Manuel e Ingrid. En comunidades y colonias populares sus efectos fueron más desastrosos..
Escenas dantescas se reencuentran. El mitológico Caronte*, el barquero de Hades, el encargado de guiar las sombras errantes de un lado a otro del río Aqueronte -si tenían un óbolo para pagar el viaje-, recorre las zonas inundadas. "Aquellos que no podían pagar el viaje, tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, para después, si había tiempo y lugar, accedía a portearlos".
Los privilegios no son de ahora. La tragedia en el resto de nuestra entidad no es menor, cada hora que pasa conocemos del dolor, muerte y olvido en que se encuentran decenas de municipios. El desgajamiento de un cerro en la comunidad de la Pintada, paradójicamente a un lado de El Paraíso, enclavada en la sierra de Atoyac de Álvarez, que enterró viviendas y decenas de habitantes, puso en su justo relieve la gravedad de la devastación en Guerrero.
El Acapulco Diamante, construido en zona de humedales, territorio de los más caros del país, develó estelas de irresponsabilidad y corrupción. ¿Quiénes son los políticos que amasaron fortunas en esa zona turística con la complicidad de autoridades municipales, estatales y federales, despojando a ejidatarios de sus tierras, como antes lo hicieron con el Acapulco Dorado y su emblemática costera Miguel Alemán? ¿Quiénes, indebidamente, autorizaron el cambio de uso de suelo para construir villas privadas, centros de autoservicio y viviendas de clase media por inmobiliarias destructoras del medio ambiente?
Al bajar el nivel del agua, las enfermedades del sistema político mexicano y su inmoralidad endémica empiezan a asomarse. La clase política nativa, como ave de rapiña, recorre comunidades y colonias disputándose el voto de mañana, repartiendo despensas, tomándose fotos para sus Facebook y medios de comunicación, haciendo campaña para futuras elecciones. Poniendo caras compungidas abrazan a niños y ancianos, lucrando con el dolor, desesperación, llanto y hambre de los pobres.
Para evitar esta relación clientelar, ¿no sería ético que la "generosidad" de los políticos y sus partidos la canalizaran a través del Ejército, Marina o Cruz Roja quienes, sin distingos, la distribuyeran a los miles de damnificados? El oportunismo y la inmoralidad no se los permite. Guerrero tiene una clase política que produce vergüenza y encabrona. Difícilmente aprobaría un examen de conciencia. Por eso parte de nuestra historia es de atracos, negligencia, corrupción y caprichos. La Autopista del Sol es prueba de
ello.
Alienta el heroísmo mostrado por los más humildes, valor que permite afirmar que Guerrero no volverá a ser nunca lo que fue, tengo la esperanza de que sea mejor, porque los pueblos progresan a pesar de sus gobernantes, en su natural proceso biológico.
Agradecemos la ayuda del gobierno de la República, de millones de mexicanos, de tiendas de autoservicio, fundaciones, asociaciones altruistas, medios de comunicación y de familias que en una bolsa con agua, medicamentos o comida, nos envían el abrazo fraterno, sincero y el consuelo que tanta falta hacen. Para ellos, nuestra gratitud perenne.
*Caronte era hijo de Érebo y Nix. Se le representaba como un anciano flaco y gruñón de ropajes oscuros y con antifaz (en ocasiones, como un demonio alado con un martillo doble) que elegía a sus pasajeros entre la muchedumbre que se apilaba en la orilla de Aqueronte.
Dante Alighieri incorporó a Caronte en el Infierno de la Divina Comedia. Aquí era el mismo que su equivalente griego, pagándosele un óbolo para cruzar el rio Aqueronte. Es el primer personaje con nombre que Dante encuentra en el infierno.
aresza2@hotmail.com
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