15 de octubre de 2013

Giap y Guevara



“Considero un alto honor prologar este libro basado en los escritos del general Vo Nguyen Giap, actualmente viceprimer ministro de la Defensa Nacional y comandante en jefe del Ejército Popular de la República Democrática de Vietnam. El general Giap habla con la autoridad que le confiere su larga experiencia personal y la del partido en la lucha de liberación. Por todo esto, la obra rebasa los límites de un episodio histórico determinado y adquiere vigencia para toda la zona y particular importancia para la mayor parte de los pueblos de América Latina”. Esto escribió Ernesto Guevara de la Serna El Che, en el prólogo del libro del general Giap, que se publicó en México (1971) con el título Guerra del pueblo, ejército del pueblo, Ed. Era, para dar respuesta a la controversia surgida por el uso adecuado de la lucha armada como medio de resolver las contradicciones insalvables entre explotadores y explotados, en determinadas condiciones históricas.



Basado en una recopilación de artículos, trata de la guerra de liberación del pueblo vietnamita; de la definición de esta lucha como guerra del pueblo y de su brazo ejecutor como ejército del pueblo. El capítulo final versa sobre el episodio definitivo de la contienda, Dien Bien Fu, en el que ya las fuerzas de liberación ganan en calidad y pasan a la guerra de posiciones, derrotando también en este terreno al enemigo imperialista.

Guiado por Ho Chi Minh (el que enseña), Giap empezó a militar a los 14 años, y a los 28 fue nombrado general de los ejércitos de la Liga para la Independencia (Viet Minh, 1941). ¿Que si la fe mueve montañas? Los guerrilleros de Giap empezaron con un solo rifle cada tres soldados, y para el ataque congregaba a sus tropas con sonoros gongs artesanales…

Conocido como el Napoleón Rojo, se erigió en líder de un ejército de desharrapadas guerrillas que usaban sandalias fabricadas de neumáticos, cargando su artillería pieza por pieza para poder rodear y aplastar al ejército francés en Dien Bien Phu en 1954. La victoria, que se sigue estudiando en las escuelas militares, no sólo llevó a la independencia de Vietnam, sino también al colapso del
colonialismo en toda Indochina y más allá (J. Steinsleger).

Con esa fuerza espiritual, los vietnamitas consiguieron, sucesivamente, la derrota militar y rendición incondicional de los tres grandes ejércitos de la época: Francia, Japón y Estados Unidos (1940-1975).
Crítico de la teoría de que el arma es lo decisivo en la guerra, Giap escribió en El hombre y el arma: “Tratando de salvarse del peligro de su aniquilamiento, el imperialismo lleva a cabo, con todos sus esfuerzos, la propaganda sobre la ‘omnipotencia de las armas’…

En la guerra, el factor decisivo es y será siempre el hombre; las masas populares son y seguirán siendo las forjadoras de la historia”.

Después de un análisis certero, en Resuelto a combatir, decidido a vencer, Giap llega a la siguiente conclusión: “en la coyuntura actual del mundo, una nación, aunque sea pequeña y débil, que se alce como un solo hombre bajo la dirección de la clase obrera para luchar resueltamente por su independencia y la democracia, tiene la posibilidad moral y material de vencer a todos los agresores, no importa quienes sean” (et.al). Nutrido de su milenaria cultura nacional, el legendario general Vo Nguyen Giap, encendía tres inciensos con la llegada del Tet (año lunar): el primero para el cielo, el segundo para la tierra y el tercero para el hombre. Práctica que le permitió descubrir que sin patriotismo y dignidad, la guerra y la paz carecen de sentido.

Giap, falleció aquel humilde maestro de geografía, el pasado viernes 4 de octubre, a los 102 años de edad en un hospital militar de la capital Hanoi. Nació el 25 de agosto de 1911, en la provincia de Quang Binh, en la región central de Vietnam. Era el último revolucionario de la vieja guardia.

Guevara solía decir que la historia de las revoluciones no debía ser escrita por otros que no fuesen sus protagonistas. Los escritores, que estimaba no eran lo suficientemente revolucionarios, no le inspiraban confianza para esa tarea. Por eso el Che más tarde escribió Pasajes de la guerra revolucionaria que describe la historia de la insurrección castrista, desde la Sierra Maestra hasta la toma de Santa Clara.
Guevara murió asesinado el 9 de octubre de 1967 a la edad de 39 años, consecuente con su lucha libertaria, en la Higuera, Bolivia, con la consigna de “crear dos, tres… muchos Vietnam”, convencido de extender la lucha armada en todo el Tercer Mundo.

Los comandantes Giap y Guevara son, sin duda, los hombres que dieron a más de una generación motivos de fe y esperanza. Sin ideología ni memoria, a la izquierda de ahora no le mereció gesto alguno la muerte de Vo Nguyen Giap.

aresza2@hotmail.com

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