5 de junio de 2014
Mi hijo encarna la estabilidad
Así subraya el periódico El País, la alocución de don Juan Carlos a los españoles tras anunciarse su abdicación. “Una nueva generación reclama un papel protagonista”, ha asegurado el Monarca. El Rey abdica para dar paso a su hijo, que será Felipe VI. De acuerdo a la Constitución española, Titulo II De la Corona, se establece que: el Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia,
arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuye expresamente la Constitución y sus leyes.
Su título es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a la Corona.
La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad.
La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores, en la misma línea, el grado más próximo al más remoto;; en el mismo grado el varón a la mujer y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.
Cuando el Rey fuere menor de edad, el padre o la madre del Rey y, en su defecto, el pariente mayor de edad más próximo a suceder en la Corona, según el orden establecido en la Constitución, entrará a ejercer inmediatamente la Regencia y la ejercerá durante el tiempo de la minoría de edad del Rey.
La forma de gobierno de España es una monarquía democrática parlamentaria. De ahí la vigencia de prácticas hereditarias.
A la restauración borbónica en España, se proclamó Rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II. A su muerte en 1885, se encargó la regencia a su viuda María Cristina, hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII.
En 1969, Francisco Franco, nombró a Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII y príncipe de España, como su sucesor a título de Rey. A la muerte del Generalísimo Franco, el 20 de noviembre de 1975, Juan Carlos fue proclamado Rey, dos días después, con el nombre de Juan Carlos I de España. Se abrió entonces un periodo conocido como Transición que culminó con el establecimiento de una Monarquía Parlamentaria en 1978, después de la renuncia a sus derechos históricos realizada por Juan Carlos de Borbón, en favor de su hijo, hasta ayer Rey de España.
Suya fue la decisión de renunciar a los poderes absolutos heredados del dictador, lo cual permitió organizar la democracia y elaborar la Constitución, en la que las funciones del Rey quedaron ajustadas a las usuales en otras monarquías parlamentarias.
Juan Carlos de Borbón tomó la decisión de abdicar el día de su 76 cumpleaños tras 39 años en el trono y varios problemas de salud, comunicándosele al Presidente del gobierno Mariano Rajoy, el pasado 31 de marzo, procedimiento que establece la constitución española, ya que el Ejecutivo es el responsable de todos los actos del Rey, a pesar de que la abdicación es una decisión personal del Monarca. Y por eso fue Rajoy quien dio a conocer el final del reinado de Don Juan Carlos después de 39 años, los que han pasado desde que juró su cargo ante las Cortes franquistas el 22 de noviembre de 1975, una monarquía que luego quedó democráticamente sancionada en el referéndum de la Constitución del 6 de diciembre de 1978.
El Rey quiso dar al momento la máxima relevancia posible, y en su mensaje televisado cuidó todos los detalles. Le acompañaban dos foto, una suya con su padre, don Juan, y otra en la que se veía a Felipe y Leonor, la siguiente generación, como mensaje de continuidad monárquica. Hasta en tres ocasiones habló de esa “nueva generación”, el mensaje clave que quería trasladar. Y también la idea de la estabilidad, “Mi hijo Felipe encarna la estabilidad, seña de identidad de la institución monárquica”, aseguró.
El relevo en la corona española no es cosa menor para México, nos hermanan fuertes lazos económicos, culturales y, sobre todo históricos. La España opresora quedó atrás, el 27 de septiembre de 1821, cuando el Ejercito Trigarante entró a la Ciudad de México, encabezado por Agustín de Iturbide, después de 11 años y 11 días de lucha y más de tres siglos de dominio, consumando así nuestra independencia.
El pequeño Agustín, nieto del libertador y emperador de México, educado por Carlota y Maximiliano, fue el último y vano intento por restituir la monarquía en México.
Nuestro diseño constitucional es otro, México es una república democrática, representativa y federal.
Las aventuras para restaurar la monarquía como forma de gobierno y sus prácticas familiares hereditarias, son parte de la historia.
aresza2@hotmail.com
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